Ioannen Pérez
Huehuehtlahtolli
es un vocablo náhuatl que significa “la antigua palabra”, en la publicación de
León – Portilla y Silva (1991)[1].
Con este nombre se resumen algunos de los más importantes textos que versan
sobre modo de ser, o del deber ser de los hombres y mujeres del pueblo náhuatl.
Los Huehuehtlahtolli, son una serie de documentos de instrucción, donde los
padres, los maestros, los sabios y otros responsables de la educación dan
consejos a las nuevas generaciones de los náhuatl.
Pero,
¿Cómo llegó el pueblo náhuatl hasta estos textos? Es decir, ¿Cuál es la génesis
de estos textos? Los Huehuehtlahtolli, no surgieron de la noche a la mañana, son
fruto de continuas disertaciones de los tlamatini y de los miembros de las
comunidades, son una construcción social y la evidencia de una estructura de
pensamiento completo y definido. Los textos Huehuehtlahtolli son el reflejo, o
mejor dicho el resumen de una estructura de pensamiento, de una “teología” y de
una “filosofía”. Lo pongo entre comillas porque no son una teología o filosofía,
que son vocablos europeos, del mismo tipo. Su versión de filosofía y teología
provienen de una cosmovisión total y radicalmente diferente.
Desafortunadamente
no hemos tenido acceso a esos otros textos donde se fundamentan los Huehuehtlahtolli,
seguramente eran demasiado “herejes” y los europeos que invadieron américa
tuvieron el cuidado y esmero en hacerlos desaparecer. Solo pudimos tener acceso
a estos textos que son una muestra escogida, para evidenciar a las autoridades
que había un pensamiento estructurado y que además se parecía mucho al
pensamiento de occidente. Y hasta nos “echaron la mano” corrigiendo algunas
menciones a dioses locales sustituyéndolo por su dios.
Por
otro lado, ¿Habría otros Huehuehtlahtolli que no fueron publicados? ¿Libros
específicos de como relacionarse con la naturaleza? Si los hubo, el temor a un
supuesto panteísmo los había hecho desaparecer. Pero la cosmivisión de los
pueblos originarios, donde se enfatiza el respeto a la naturaleza, un respeto
que se equipara al respeto que se debe tener hacia los otros seres humanos, es
quizá el mejor aporte que puedan dar a occidente. Desafortunadamente, en el
momento de la conquista, por la debilidad militar de los pueblos originarios de
América, Europa encontro apenas resistencia, de haber encontrado mayor fuerza
bélica, habrían estado obligados a negociar y a estudiar mejor “al enemigo” a
conocer sus costumbres y formas de pensamiento, y se habría visto obligados a aprender.
Sin
embargo, y afortunadamente, nunca es tarde para enmendar. Me parece muy
positivo el que se estén recopilando las partes, los pedazos de ese
pensamiento, ojala los filósofos y los estudiantes de filosofía de estas
latitudes nos tomemos el tiempo para dar a occidente aportes significativos al
pensamiento, ahora global. Hay mucho que aprender, para para poder hacerlo
debemos hacer una aproximación abierta a los textos. Es necesaria una actitud
un tanto humilde para descubrir los vínculos entre ambas cosmovisiones.
Por
ejemplo, para empezar, sería interesante una posible discusión con Vattimo, y
su pensamiento débil. El hecho de que en culturas antiguas haya tratados
escritos tan símiles, sobre el comportamiento deseable de los individuos, nos
hace cuestionarnos acerca la posibilidad de fundamentaciones trascendentales.
No hablaremos de “naturalizar” la moral o la ética, que creo que sería el otro
extremo, pero sí creo que podemos hablar de posibilidad de consensos.
También
sería posible una discusión seria y clara con la política y el modelo económico
de nuestro país, tan empeñado en implementar modelos teóricos irrealizables.
Ojala la se pudieran erigir las bases ideológicas para poder sustentar un
proyecto de nación que nos enfile a todos en una dirección.
[1] M.
León-Portilla y L. Silva. Huehuehtlahtolli, Testimonios de la antigua palabra.
México DF. SEP, FCE, 1991.
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