Lo “sagrado” es lugar común en
las lecturas que hemos hecho sobre el pensamiento maya. También, lo es en
muchos otros libros que abordan el tópico.[1] Con
sus matices y diferencias, aparece como un rasgo elemental de la manera maya de
interpretar y estar en el mundo. Siendo fundamento de un modo de existencia antitético
al “occidental”, un modo de ser respetuoso y responsable del entorno –que es al mismo tiempo cósmico,
comunitario y familiar según Jiménez y Xol (2011:95).
Lenkersdorf (2008:171), por
ejemplo, nos expresa que «[p]ara los tojolabales la realidad es indivisa y,
como tal, de extensión cósmica y sagrada», «[e]n todo lo que hacemos, vivimos,
pensamos y percibimos estamos en medio de lo sagrado». Por tanto: «[l]a cosmovisión tojolabal no admite la
división dualista de la realidad en dos esferas: la sagrada y la profana. La
razón es que estamos viviendo en una sola comunidad cósmica y, a la vez,
sagrada de la cual somos corresponsables en todo lo que hagamos», de ahí que «[t]odas
las personas y cosas son sagradas, todas tienen corazón y todas son sujetos».
Xol (2008:36-37) es más directo. Nos
dice que en el pensamiento maya «[t]odo es sagrado, es k’uh o loq’» Donde el
término k’uh (o loq’ en los idiomas
mayas de la rama k’iche) “…simboliza
todo lo que se podría traducir como sagrado” y refiere a “…las características
o aspectos que tienen los seres del universo, a todo lo que hay en cada rincón
de la tierra que habitamos y a todo lo que puede existir en el cielo”.
De manera poética, Jiménez y Xol
(2011:103) señalan que el «kynaab’il
qxe’chil [sistema de pensamiento maya] centraliza el cosmos y considera que
memorias, espacios, caminos, árboles, el sonido de los insectos, el rocío de los
bosques, las casas, el fuego, el aire, etc. son sagrados, tienen vida,
transforman y se transforman en vida. Todas y todos son parte fundamental en la
constitución de qwinaaqil o del
nosotros colectivo».
Mata Gavidia (1950) por su parte
no usa la categoría “sagrado” de manera directa, pero habla en varias partes de su libro de que la
concepción maya del cosmos es animista. En sus términos «Dioses son los
elementos que fecundan la tierra, dioses son el maíz, la lluvia, los astros, y
también los mismos infiernos» por lo que «[e]n el Popol-Vuh es existencialmente cierto, sólo que pluralizado, el
dicho de Spinoza, Dei, sive natura» (p.75).
Vemos pues como los autores
conciben al cosmos como un todo lleno de vitalidad, un todo sagrado donde, parafraseando
a Lenkersdorf, todos somos sujetos-corazones. Pero cabe preguntarse, ¿realmente
la categoría “sagrado” es la más idónea para comprender el mundo de sentido
maya? sobre todo si se tiene en cuenta que el término “sagrado” es de
procedencia europea, o sea una episteme distinta a la maya, y hace referencia a
la separación del mundo en dos planos: uno profano y otro sagrado.
Para ver esto hago referencia a Barfield
(2007:457) quién menciona que lo sagrado «denota una clase de objetos, hechos y
seres que una cultura define como diferentes de los de la realidad ordinaria».
Como adjetivo, «refiere a una cualidad de diferencia, de estar separado del
mundo profano y ser más importante que él. En muchos casos implica un vínculo
con un orden de existencia invisible o sobrenatural”.
Si nos ceñimos a esta definición
dura de lo sagrado y para empezar con algo simple: ¿Cómo puede hablarse de lo
sagrado en el pensamiento maya, si se ha dicho que este todo lo sacraliza?, es
decir, ¿Qué sentido tiene hablar de sagrado en un mundo donde no hay esfera ordinaria
u profana?
Asimismo, la referencia convencional
a lo sagrado es a algo “sobrenatural”, que está más allá de este mundo. Hay que
pensar si tal cosa aplica en el pensamiento maya, donde según hemos visto lo
cotidiano, lo concreto, los seres con los que compartimos territorio son “sagrados”. Con estas
pequeñas preguntas dejo esto…
Bibliografía
Aj Xol
Ch'ok, H. (2008). Historia Mayab'. Capítulo: Mayer Maya' Nawom B'aanuhom.
"Cosmocimientos y Prácticas Mayas Antiguas". Guatemala:
Asociación Maya Uk'ux B'e.
Barfield, T. (Ed.).
(2007). Diccionario de Antropología (Segunda ed.). México, D.F.: Siglo
XXI.
Jiménez, A., & Aj Xol Ch'ok, H. (2011). Winaq:
Kynaab'il/Kyna'b'il Qxe'chil Fundamentos del Pensamiento Maya. Guatemala:
Universidad Rafael Landívar.
Lenkersdorf, C. (2008).
Los hombres verdaderos. Voces y testimonios Tojolabales. México, D.F.:
Siglo XXI.
Mata Gavidia, J. (1950). Existencia y Perduración
en el Popol-Vuh. Guatemala: Imprenta Universitaria.
[1] Por
mencionar algunos: García, Ajpub’ Pablo; Curruchiche Otzoy, German; y Taquirá
Simeón (2009) Ruxe’el Mayab’ K’aslemäl.
Raíz y Espíritu del Conocimiento Maya. Guatemala: Universidad Rafael
Landívar; Instituto de lingüística y educación (2007) El encantamiento de la
realidad. Conocimientos Mayas en prácticas sociales de la vida cotidiana.
Guatemala: PROEIMCA-URL; Ajxup Pelicó, et. al. (s.f) Wayeb´. Guatemala: Consejo
Maya Jun Ajpu´Ixb´alamke.
Comentario de Gustavo Yela: Me parece que podría verse el problema de lo “sagrado” desde diferentes enfoques, incluso se podría -si el análisis se quisiera profundizar- se podría realizar un trabajo de campo para tratar de sondear si la palabra “sagrado” está causando un efecto contraproducente o si realmente al decir “sagrado” la connotación se interpreta precisamente como eso “sagrado”.
ResponderEliminarPorque si no, caeríamos tanto en una afirmación o en una negación a priori, de las interpretaciones de la palabra “sagrado”.
El otro punto de vista del que hablamos, podría ser que al usar la palabra “sagrado”, por el contexto en que nos desenvolvemos de idealización de lo sagrado, contrario a lo mundano o profano, lo “sagrado” marcaría una perspectiva de respeto profundo; y si esa reverencia se canalizara a todos los seres, a la naturaleza y al cosmos, aunque fuera con resabios dualistas, se estaría logrando el efecto de respeto por todo. Y si ese carácter de sagrado se trasladara a todos y cada uno de los seres que componen el universo y se viviera esa actitud de respeto profundo en lo humano, en lo ordinario, y hasta en los detalles mínimos, me parece que posiblemente nos estaríamos yendo al otro extremo, sin embargo me atrevo a afirmar que eso no sucedería porque experimentamos en todos los ámbitos, signos de desnaturalización y de salvajismo, tanto que sería muy difícil de alcanzar ese extremo de sacralización de todo. Sin embargo a grandes males, grandes remedios; para que realmente se alcance un 10% ó 15% habría que apuntar al 100% de sacralización.
Pienso que por las condiciones o más bien por la falta de condiciones en que ha caído precisamente la condición humana, se requeriría un viraje sereno pero total hacia, no tanto a la sacralización, sino por lo menos, a la humanización o a la rehumanización de lo deshumanizado; además la civilización occidental con la frialdad del racionalismo y con la equivocada interpretación del “someter la tierra” del génesis, ha llevado a límites insospechados el irrespeto de la vida humana y no digamos de la vida animal y de los recursos naturales y esto es más grave si aterrizamos en nuestra dramática realidad social guatemalteca; en donde constatamos que el sistema de muerte nos ha desensibilizado humanamente. Es aquí en donde entran las perspectivas mayas a humanizar los detalles más pequeños, para retomar el camino de la sensibilidad humana.