lunes, octubre 18, 2010

La materia no existe. Todo es energía


Leonardo Boff
La Revista, Diario de Centroamérica
15 de octubre de 2010, pág. 7

El título de este artículo resulta una obviedad para quien entienda mí́nimamente la teoría de la relatividad de Einstein, que afirma que materia y energía son equivalentes. La materia es energía altamente condensada que puede ser liberada, como lo mostró lamentablemente la bomba atómica. El camino de la ciencia ha hecho más o menos el siguiente recorrido: de la materia llegó al átomo, del átomo a las partículas subatómicas, de las partículas subatómicas a los “paquetes de onda” energética, de los paquetes de onda a las supercuerdas vibratorias en once dimensiones o más,
representadas como música y color. Así un electrón vibra más o menos 500 billones de
veces por segundo. La vibración produce sonido y color. El universo sería, pues, una
sinfonía de sonidos y colores. De las supercuerdas se llegó, finalmente, a la energía de
fondo, al vacío cuántico.

En este contexto, recuerdo siempre una frase dicha por W. Heisenberg, uno de los padres de la mecánica cuántica, en un semestre que dio en la Universidad de Munich en 1968 en el que pude participar, y que todavía suena en mis oídos: “El universo no está hecho de cosas, sino de redes de energía vibratoria, emergiendo de algo todavía más profundo y sutil”. Por lo tanto, la materia perdió su foco central en favor de la energía que se organiza en campos y redes.

¿Qué es ese “algo más profundo y sutil” de donde emerge todo? Los físicos cuánticos y astrofísicos lo llaman “energía de fondo” o “vacío cuántico”, expresión inadecuada porque dice lo contrario de lo que la palabra vacío significa. El vacío cuántico representa la plenitud de todas las posibles energías y sus eventuales densificaciones en los seres. De ahí que hoy se prefiera la expresión pregnant void, “vacío preñado” o la “fuente originaria de todo ser”. No es algo que pueda ser representado en las categorías convencionales de espacio­tiempo, pues es algo anterior a todo lo que existe, anterior al espacio­tiempo y a las cuatro energías fundamentales, la gravitatoria, la electromagnética, la nuclear fuerte y la débil.

Algunos astrofísicos lo imaginan como una especie de vasto océano, sin márgenes, ilimitado, inefable, indescriptible y misterioso en el cual, como en un útero infinito, están hospedadas todas las posibilidades y virtualidades de ser. De allí emergió, sin que podamos saber cómo ni por qué, aquel puntito extremadamente lleno de energía, inimaginablemente caliente que después explotó (big bang) dando origen a nuestro
universo. Nada impide que de aquella energía de fondo hayan surgido otros puntos, gestando también otras singularidades y otros universos paralelos o en otra dimensión.

Con la aparición del universo, irrumpió simultáneamente el espacio­tiempo. El tiempo es el movimiento de la fluctuación de las energías y de la expansión de la materia. El espacio no es el vacío estático dentro del cual todo sucede, sino aquel proceso continuamente abierto que permite que las redes de energía y los seres se manifiesten.
La estabilidad de la materia presupone la presencia de una poderosísima energía
subyacente que la mantiene en este estado. En realidad, nosotros percibimos la materia como algo sólido porque las vibraciones de la energía son tan rápidas
que no alcanzamos a percibirlas con los sentidos corporales. Pero para eso nos ayuda la física cuántica, justamente porque se ocupa de las partículas y de las redes de energía, que nos abren esta visión diferente de la realidad. La energía es y está en todo. Sin energía nada podría subsistir. Como seres conscientes y espirituales, somos una realización complejísima, sutil y extremadamente interactiva de energía.

¿Qué es esa de energía de fondo que se manifiesta bajo tantas formas? No hay ninguna teoría científica que la defina. Además necesitamos de la energía para definir la energía. No hay cómo escapar de esta redundancia, observada ya por Max Planck.

Esta Energía tal vez sea la mejor metáfora de lo que significa Dios, cuyos nombres
pueden variar, pero señalan siempre la misma Energía subyacente. Ya el Tao Te Ching (§ 4) decía lo mismo del Tao: “El Tao es vacío, imposible de colmar, y por eso, agotable en su acción. En su profundidad reside el origen de todas las cosas y unifica el mundo”.
La singularidad del ser humano es poder entrar en contacto consciente con esta Energía. Él puede invocarla, acogerla y percibirla en forma de vida, de irradiación y de
entusiasmo.“El universo no está hecho de cosas, sino de redes de energía vibratoria,
emergiendo de algo todavía más profundo y sutil”.

domingo, octubre 17, 2010

Nahual

Nahuales

Por Víctor Roberto Alcahé

En el glosario de me llamo Rigoberta Menchú se define:

“Nahual: designa el doble, el alter ego animal o de otra naturaleza que, según la tradición indígena, posee todo ser humano. Está en correspondencia con la personalidad de las personas. La atribución de del nahual conlleva el reconocimiento del recién nacido como parte integrante de la comunidad.”

Según David Freidel en “Las Almas Mayas” dice: “ Los pueblos de habla quiché de los Altos de Guatemala conciben a los nahuales y, de esa manera , difieren tanto de lo tzotziles como mayas yucatecos. En general, los especialistas usan el término “nahualismo” para describir la idea de que un animal o espíritu compañero está ligado al ser humano desde su nacimiento. Para los quiches el nahual es el “espíritu del dia” en el que nace el niño.”

También se asocia a las deidades de las cuatro regiones.

Para los quiches también se aplica a las almas de sus antepasados fallecidos, haciendo así confusa la distinción entre alma humana y compañero animales-espirituales que hacen los ziacantecos.

De acuerdo con la tradición precolombina, los dioses aztecas, mayas y toltecas poseían la facultad de adoptar formas animales para interactuar con el ser humano. Eso se vio en el Popol wuj.

Esta asociación esta siempre presente en toda la mitología de Mesoámerica prehispánica.

También en la obra de David Freidel antes citada nos dice:

“llamar nahual al alma de un antepasado también tiene un precedente en la prácticas de los antiguos mayas. A la imagen de Yat-Balam, antepasado fundador de la dinastía de Yaxchilán, que surge de las fauces de una enorme serpiente de visión, se lo llama “nahual del fundador.””

De lo anterior se deduce que el nahual este espíritu –compañero se asocial a el hombre ya sea desde su nacimiento hasta después de su muerte-

ANTROPOMORFIZACIÓN

¿Cómo es que, hablando de un “humanismo otro” si el hombre se descentra, todo se antropomorfiza?

Si el hombre es todo, el hombre es el centro y la periferia. La tierra es padre (o madre), las montañas y hasta las piedras comparten características demasiado humanas.
Jaqolb’e nos dice en el texto “El Encantamiento de la Realidad” que él piensa que los mamib´ personifican a la tierra y lo hacen para establecer un lenguaje común con lo que los rodea. Pero al mismo tiempo, convierten lo humano en parte, extensión y expresión de la madre tierra. (Con el equívoco de que todavía acá dice “madre” “tierra”). Parece que quisiera decir “nosotros somos la naturaleza, y la naturaleza es nosotros”. Esto sí que sería un descentramiento del hombre, porque donde solo hay uno, existe el centro, pero el centro del uno, que estaría entre el hombre y la naturaleza. Otro centro que sería ¿la vida?

El hombre es, el ente relacionante, pero en cuyas relaciones, no hablaría por él, sino por su centro: la vida, y sería el representante, que reivindicaría derechos y obligaciones suyos, derechos y ¿obligaciones? de la naturaleza, en nombre de su representada, la vida.
En la armonía no existe ni siquiera, un primero entre iguales, pues la voz del representante sería también un préstamo de la naturaleza, que puede darle, solamente porque esta está viva. Y de la vida de la vida ¿Qué decir?

Territorialidad: Convenio 169 de la OIT, sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes

Todavía pensando que no es la territorialidad, la vinculación del indígena con “su” tierra, sino con la tierra (bajo el riesgo de caer en una idealización), por el prejuicio de abstraer desde esta visión filosófica, insumos que permitan la formulación de un humanismo otro, una alternativa que descentre la violencia del conquistador, me preguntaba si ¿es esto lo que encuentro en el convenio 169 de la OIT? Que además constituye un buen instrumento para romper con el monismo en el sistema jurídico nacional.
Para contextualizar: el citado convenio en el artículo 1.2, considera como criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones la conciencia identitaria o tribal personal.
Claro que el logro jurídico más visible, sería la visibilización de los pueblos indígenas y tribales en países independientes, su reconocimiento como sujetos de derecho e incluso de otro derecho, de otra penalidad. Pero es mi impresión que no escapa de allí.
El artículo 13 indica que al aplicar las disposiciones del Convenio, “los gobiernos deberán respetar la importancia especial que para las culturas y valores espirituales de los pueblos interesados reviste su relación con las tierras o territorios, o con ambos, según los casos, que ocupan o utilizan de alguna otra manera, y en particular los aspectos colectivos de esa relación”.
Se trata de un reconocimiento de la vinculación de los indígenas con sus tierras, y de su ser con los otros y con sus tierras. Claro que, la reivindicación de tierras, es importante, pero, tengo todavía la impresión de que este humanismo de la tierra, dice más. Y por otra parte, la existencia de comunidades autónomas es un mito, y su pretensión de pureza u originariedad en la aldea global es inviable.
Las reservas territoriales, que serían la mejor opción desde los presupuestos del convenio, me parecen un acto condenatorio recíproco, la imposibilidad de vivir en las diferencias. Y si escucháramos la voz de este humanismo, nos anunciaría más bien, la borrosidad entre una vida y otra.

Rectitud- Valores-Tierra

Cuando un niño nace, la madre y el padre lo
llevan al cerro Qana’ Iitzam y lo dejan allí para que obtenga
fortaleza y trate de mamar de los pechos de Qana’ Iitzam;
de esa manera logrará que su vida tenga rectitud (Pág.128)
El encantamiento de la Realidad: Conocimientos mayas en
Prácticas sociales de la vida cotidiana (Pág.128)

En Chik’ajb’om, los q’eqchi’eb’ los valores, como
la rectitud y la fortaleza de cuerpo y espíritu, se "maman"
en el territorio, del cual beben los hijos y las hijas. (Pág.127)

En el texto “El Encantamiento de la Realidad: Conocimientos mayas en prácticas sociales de la vida cotidiana” me llamó la atención en particular la forma en que se asumen los valores desde esta perspectiva de la tierra. Los valores y la rectitud y fortaleza de cuerpo y espíritu se “maman” en el territorio, del cual beben los hijos y las hijas.
Desde la perspectiva genético-antropológica los estudios del ADN mitocondrial, por poner un ejemplo, dan cuentas de los procesos de adaptación y evolutivos en el ser humano. Su ubicación en la tierra, y los procesos de migración habrían determinado y fundado no solamente la cultura, sino hasta el color de su piel, ojos, etc.
Desde la perspectiva de los valores, Nietzsche habría enunciado a través de la muerte de Dios, la transvaloración de todos los valores, su epocalidad, pero también ¿su territorialidad?
Este problema de la territorialidad puede ser en mi opinión trascendental, para determinar si estamos ante un humanismo otro, o ante reinvindicaciones de la conciencia del colonizado.
¿los valores se maman de la tierra? ¿de la tierra en general, de las tierras? ¿O se maman de esta tierra de “mi” tierra?
En la página 127 del texto que examinamos se habla de la “dueñidad” de los lugares en el contexto de los altares ceremoniales, diciendo “dueñidad” porque el dueño y el lugar no existen por separado, se da una borrosidad; no hay posesión y poseedor, solo un continuum.

Esta dueñidad enunciaría muy bien la no distancia entre rectitud-valores-tierra, y quizás sugeriría que los valores se maman de la tierra, de una tierra que es hoy la tierra que habito, se maman de la tierra con la que vitalmente soy.

martes, octubre 12, 2010

Encantamiento de la realidad


Armonía y salud en el mundo maya

Adolfo Méndez Vides


Los mayas no comparten el horizonte antropocéntrico del mundo occidental, porque no es el sujeto que vive entre las cosas que usa y domina, compartiendo el espacio con otros sujetos, sino es uno entre todo lo demás, parte de un equilibrio o balance de fuerzas. Animales, plantas, minerales, son entes vivos y actuantes con los que comparte y se relaciona. No es sólo el hombre quien usa a los demás existentes, sino puede ser requerido por las cosas, y dominado. El abuelo Feliciano testimonia en la página 87 que en una ocasión se fijó en una piedra ubicada en un terreno donde estaba trabajando, y en sueños la piedra le ordenaba que se la llevara a su casa, pero él no hizo caso, hasta que enfermó gravemente, y así supo que se había perdido el balance por no obedecer, y regresó por la roca y se dedicó a trabajar para ella. Si eliminamos el pensamiento mágico, lo que se puede sustraer es la clara convicción de que las cosas, como las personas, están vivas, y que unos nos utilizamos a otros, y estamos bien en cuanto no rompemos la armonía.

La salud es como el estado normal cuando se está en equilibrio con la naturaleza, pero basta que se transgreda para que aparezca la enfermedad y la desgracia. El malestar se sucede por algo que sale del cuerpo (culpa), o por algo que entra en él (agentes externos).

En el primero de los casos, la enfermedad se sucede cuando un individuo se rebela a su condición, cuando no quiere acatar la misión que la sociedad le encomienda, cuando ofende a las deidades, cuando rechaza su destino, porque la misión no cumplida se manifiesta como enfermedad, el castigo de la naturaleza, y no se cura sino hasta cuando acepta que ha roto la armonía y se dedica a lo que le corresponde.

En el segundo caso el mal entra al cuerpo como enfermedad provocada, y para recuperar la armonía se tiene que sacar o expulsar el mal, y los sabios curanderos y chamanes recurren a plantas, minerales (piedras), animales, y ritos. Las enfermedades provocadas pueden ser espirituales (susto, angustia, náusea en el corazón, mal de ojos…) o físicas (las que postran según a experiencia común, y para las que hay procedimientos conocidos o no). Los sabios saben cómo curar, pero el conocimiento base no se aprende, porque llega a los elegidos por revelación, y a partir de allí por aprendizaje junto a los ya experimentados. El conocimiento se puede recibir luego de visitar el inframundo, donde viven los muertos, y regresar de la experiencia con el poder. No todo chamán o experto puede curar, depende de qué dones le han sido entregados, y a la práctica que ejerza en compañía de los previamente experimentados. El conocimiento significa ver lo que los demás no ven, lo cual implica cierto poder y relación más cercana con las cosas.

El arte de curar implica conocimiento y comunicación con los demás entes (cosas, seres vivos y con los humanos), siendo parte del universo, sabiendo pedir, aceptar la culpa por el daño ocasionado a otros seres, y mostrar arrepentimiento, lo cual puede estar influido por los ritos cristianos, o preexistía a la Conquista, lo cual habrá servido de amarre facilitador del sincretismo religioso.

Lo relevante es, entonces, que los seres humanos no se muestran arrogantes, dueños del mundo y de las cosas, sino como un ente más entre infinidad de vivientes, con quienes deben mantenerse en armonía.