lunes, septiembre 30, 2013

Siguiendo con el Amanecer (winaqir)

Compañera y compañeros: subo al blog un material que pretendía ser el inicio de un ensayo sobre los conceptos Winaqir/Winaqirik pero ya no lo seguí. Comparto la primera página por las notas al pie que me parece pueden dar para interesantes discusiones. Espero disculpen lo que me parece "conclusiones" muy precipitadas!

Winaqir/Winaqirik en el mito de la creación del Popol Wuj[1]

Marcelo Ilbalzak Coj Sam

Tradicionalmente se ha visto en el Popol Wuj un texto “sagrado”, “religioso”. Incluso se le ha llegado a nombrar con los epítetos “Biblia Maya-K’iche’” y “Libro sagrado de los K’iche’s”. Considero que esta perspectiva “sagrada”[2] –vista así incluyo por personas mayas- es fruto de al menos dos razones: la primera, hay que decirlo, la impronta judeo-cristiana que tiene el Popol Wuj[3] por lo cual varios apartados recuerdan a la Biblia[4] -el libro religioso por excelencia. La segunda, una herencia europea que ha visto en las historias de los pueblos no-europeos narrativas primitivas, caracterizadas por su pensamiento mágico, ritual y pagano –por ende irracional y espiritista- excluyendo de las mismas toda posibilidad de planteos filosóficos y políticos torales a cada ser humano, sociedad y, por extensión, a todo el conjunto de la humanidad.

Del mismo modo, el relato de la creación se ha leído como un mito sacro. Una explicación de cómo las “deidades mayas”[5] crearon físicamente el mundo y, dentro de él, al ser humano con el propósito expreso de que los invocara, les rindiera culto y tributo para agradecerles por su existencia. No sin antes pasar por una serie de intentos fallidos que involucraron a los animales que fueron incapaces de decir sus nombres y alabarlos, un único ser de tierra y lodo que se desmoronaba con el agua, las gentes de palo que conversaban y se reproducían pero no tenían sentimientos ni corazón –por tanto, imposible que recordaran a sus creadores- para finalmente, no sin antes pasar por una larga transición narrativa, llegar a la creación de los seres humanos a base de maíz, quienes sí fueron capaces de agradecer y acordarse de sus creadores.

Esta ha sido a grandes rasgos la lectura predominante, una en la cual seres supremos crearon el universo, a las personas, los animales y las plantas. Ante lo cual, el desafío es partir de una lectura crítica del concepto Winaqir/Winaqirik para mostrar como el relato de la creación maya es algo más, es un proceso de toma de consciencia y sentido de sí mismos y del mundo que le rodea por parte del pueblo Maya-K’iche’. Por el momento me conformaré con analizar un breve fragmento, el trozo del surgimiento de la tierra. Para este efecto me auxiliaré de las versiones española y k’iche’ del Popol Wuj de Sam Colop (2011 y 1999).



[1] Agradezco el más que apoyo brindado por Francisca Gómez Grijalva.
[2] El pensamiento europeo ha concebido al mundo separado en dos planos: el espiritual y el material, entrando el término “sagrado” en el primer plano. Como en la episteme maya no existe tal separación es improcedente el uso de esta noción. De esa cuenta la usual traducción de “loq’laj” por “sagrado” es equívoca, pues su sentido hace referencia a un cariño, aprecio y respeto profundo, que yo traduciría –si es dable- por un cariño entrañable, pues se hace una estima del otro u otra como si fuera yo mismo.
[3] Hay que recordar que la transcripción del Popol Wuj al alfabeto latino se hizo en el marco de la colonización española y la evangelización católica –algo reconocido por los propios ajtz’ib’. A esto debe agregársele que la versión “original” con la que contamos es la copia hecha por el cura doctrinero Ximénez.
[5] Como los mayas, incluidos los k’iche’ entre ellos, eran no-teístas fácilmente se les supuso poli-teístas. Sin reparar que la advocación a múltiples “fuerzas” –pues al momento no encuentro una mejor palabra- podía descansar en una concepción inmanentista del universo y la vida misma, donde todo lo existente comparte un único origen e igual dignidad (rajawal) porque es un espacio interdependiente que brinda condiciones para la humanización del ser humano. 


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