Allan Hernández
Con respecto al lugar que el
idioma ocupa en los textos que forman parte de (o que se
elaboran en torno a) el pensamiento maya originario, podemos empezar a
elaborar, ya que pareciera que éste es de central importancia. El maya’tz’iib’ aparece reiteradamente en
el texto “Historia Mayab’, Cosmocimientos
y Prácticas Antiguas”, como algo más que la pura escritura. “…con la imposición del idioma y de la
escritura extranjera, nos fue impuesto el concepto de escribir palabras con un
alfabeto” (Pág. 60); y no únicamente porque “el maya’ tz’iib’… no solamente se refiere a escribir, como se entiende
hoy en día, también implica pintar, tallar, grabar.” (Pág. 60), sino porque
“esos símbolos… más que ideas, nos
muestran la forma de concebir el mundo maya desde su inicio hasta la actualidad.”
(Pág. 87).
Pareciera que más allá de la
descripción, existe un conocimiento explícito por parte del sujeto maya, con
respecto a la idea muy presente en la filosofía contemporánea, según la cual el
lenguaje determina el mundo en el cual vivimos; entendiendo mundo
heideggerianamente como una red de sentido (Ser y tiempo, 1927). Recordemos, por ejemplo, como en el inicio
del “Popol Vuj” (Colop, S. 2011) se
habla de este libro como un instrumento de claridad, que busca disipar la
oscuridad de los tiempos nuevos, en los cuales la perduración (Término de Mata
Gavidia, 1950) de la cultura K’iche’ estaba en peligro a causa de la invasión
española a tierras mayas. “Aquí
estableceremos la palabra antigua…” (Pág. 1) “…cuando lo narraron todo, junto con lo que hicieron en la claridad de
la existencia, claridad de la palabra. Esto lo escribiremos ya dentro de la
prédica de dios, en el cristianismo. Vamos a sacarlo a la luz porque ya no hay
donde ver el Popol Vuj, instrumento de claridad venido de la orilla del mar
donde se cuenta nuestra oscuridad, instrumento de claridad sobre el origen de
la vida, como se le dice” (Pág. 2).
Lo interesante es que si bien la
contemporaneidad occidental (al menos buena parte de ella) ha reconocido el
lenguaje como el instrumento a partir del cual somos capaces de reconocer el
sentido de las cosas que se nos presentan; es decir, su ser; este saber
pareciera estar presente, y explícitamente presente, en la cultura maya desde
hace mucho tiempo atrás. La cultura europea ha realizado en el último siglo, que
las cosas no tienen en sí mismas un saber que nos es transmitido desde ellas
mismas de una forma metafísica hacía nuestras conciencias, de una manera
inequívoca, eterna y universal. En cambio, el modo en el cual las cosas “se nos
da a conocer”, es a través de la estructura lingüística en la que nos
encontramos inmersos; dependiendo del lenguaje en el cual hemos vivido y hemos
aprendido a pensar, se nos revelan unos u otros aspectos de las cosas; el ser
de las mismas cambia a través del tiempo debido a los cambios en el lenguaje
mismo; cambio que es a su vez una torsión en el ser humano histórico; por eso
podemos hablar por ejemplo de una historia de las ciencias, historia del
conocimiento, o incluso una historia del ser… las ideas no son ni eternas ni
perfectas.
No obstante el pensamiento
occidental no había sido capaz de darse cuenta de esto, y más bien había
tachado de errónea cualquier concepción del mundo que se alejase de la propia,
cultural, geográfica e históricamente hablando. Su comprensión del mundo fue
hasta hace pocos decenios pre-reflexiva (y en buena parte lo sigue siendo,
incluso entre los pensadores “profesionales”). Sin embargo, según parecieran
señalar los textos que hemos revisado en nuestro curso, existe un conocimiento
maya al respecto. “todo hecho tiene un
concepto atrás” (Pág. 50) se señala en cosmocimientos. “…todo elemento de nuestra cultura, los cosmocimientos y prácticas
mayas… tiene vida, tiene madre padre y/o rajawal, necesita sustento y/o
alimento, es k’uh i loq’ y tiene un lenguaje.” (Pág. 55) A través de este
sistema simbólico, de este lenguaje, se menciona que “lo que nuestros ancestros comprendieron fueron las normas y valores
para interactuar entre todos los seres del cosmos.” (Pág. 57)
Y pareciera que quienes
escribieron el “Popol Vuj” tal como
lo conocemos, habían comprendido a su vez que con la pérdida de sus palabras,
de sus sentidos, de sus significantes y sus significados, lo que podía perderse
eran ellos mismo como sujetos históricos, junto con su mundo.
Allan me parece que tenés razón en cuanto afirmás que el lenguaje es constitutivo de nuestra forma de ver el mundo, de interpretarlo y de pensarnos a nosotros mismos; de tal modo, que nos condiciona, mas no me atrevería a afirmar que nos determina. El lenguaje en sus distintas formas, pero de manera especial el verbal o “sustantival” (en lenguaje letrado), nos hace concebir el mundo y nos revela hacia ese mundo de manera peculiar.
ResponderEliminarPor eso al escudriñar y analizar los textos mayas se debe realizar con la delicadeza, con temor y temblor. Debemos ser conscientes que nos encontramos ante un mundo diferentes de signos y significados. El idioma castellano nos limita, nuestra cultura occidentalizada nos cierra algunas veredas para la interpretación precisa. Por tal motivo, no es legítimo querer forzar los textos para que encasen con nuestras formas mentales. Sino, que se hace perentorio estudiar dichos textos, con la ayuda de las ciencias (historia, arqueología, literatura, filología, sociología…), para lograr un interpretación mas cercana a lo que ha querido en el original. Sin embargo, habrá que afirmar también que nuestro propio idioma, nuestra propia cultura abre también otras luces en esos mismos textos, así como ellos (los escritos mayas) abren ventanas en nuestras mentes estrechas.
Y como has dicho, el lenguaje es mudable, es dinámico, así como la misma cultura. Y aunque los lenguajes, cosmovisiones, formas de pensarnos, difieren de época en época, y de lugar geográfico, también existen muchos puntos en común y otros que se complementan. Inferimos, por tanto, que existe una pluralidad de entender, situarse y encargarse del mundo, y que estas diversas formas no necesariamente se contradicen o excluyen.
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ResponderEliminarConcuerdo con vos del lugar toral que ocupa el lenguaje (voy a preferir este término sobre idioma pues el lenguaje hace referencia a la capacidad de producir significados y sentidos, en tanto que idioma generalmente se le entiende como el sistema de comunicación exclusivo de un pueblo o comunidad) para aprehender la realidad y de vuelta relacionarnos con ella. De esa cuenta es que los procesos europeos de invasión y colonización han buscado suplantar las lenguas de los vencidos por las suyas propias porque eso les permite imponer formas de ver y entender el mundo favorables a sus intereses -léase perpetuar la subyugación del otro.
ResponderEliminarTambién comparto que el Popol Wuj –a lo cual agregaría los títulos de tierra y demás escritos mayas en la época colonial española- es un texto de perduración colectiva. Es un decir de aquí estamos presentes, no nos olviden, no nos pierdan como deja ver el último párrafo del mencionado libro, no sin cierto dejo de nostalgia: “Esto es, entonces, la esencia de los k’iche’es porque ya no hay dónde verla. Antes había [un libro], antiguamente [escrito] por los señores, pero ha desaparecido. Así, pues, se completa todo lo relacionado al K’iche’ que ahora se llama Santa Cruz”. Hay consciencia de la importancia de la memoria para seguir existiendo como pueblo. Que llevado al plano personal pareciera estar a tono con la célebre frase de Goethe “El que no sabe llevar su contabilidad en un espacio de tres mil años, se queda como un ignorante en la oscuridad y solo vive al día”.
Finalmente, un comentario a la opinión de Omar: comparto que el idioma castellano nos limita y que nuestra cultura occidentalizada cierra veredas para asir el pensamiento maya. No obstante, hay que matizar eso de cultura occidentalizada pues es en cierta forma todos los habitantes de Guatemala, incluidos los y las mayas, hemos sido socializados en un entorno “occidental” –periférico si se quiere precisar, pero occidental-moderno al fin y al cabo-, un entorno donde Europa es el canon. Y por eso el pensamiento maya actual no puede ser ajeno a occidente. Por otro lado, es igualmente cierto que la población ladina en sus prácticas y lenguajes guarda nociones mayas –desde la gastronomía pasando por prácticas agrícolas que son las mismas en campesinos mayas y ladinos hasta términos cotidianos como ixto e ixta- de tal forma que no resulta absoluta y mucho menos tajante la separación entre epistemes maya y ladina, así como las categorías empleadas para el análisis de la realidad, que nos atraviesan incluso a los que nos denominamos estudiosos de la filosofía.