martes, octubre 29, 2013

¿Es posible un cambio de identidad cultural?



¿Es posible un cambio de identidad cultural?

Omar Arturo Carrera Campos


La noción de identidad ha tomado en los últimos decenios una importancia significativa para los estudios de las culturas. Las culturas mayas también han comenzado ha reflexionar sobre su identidad cultural; es decir, sobre esos rasgos generales de su cultura que los hace diferentes a las demás culturas y les permite reconocerse pertenecientes a una cultura concreta en su originalidad.

La identidad cultural es un atributo de un colectivo pero igualmente de cada uno de los individuos de ese colectivo. Esta identidad cultural permite a la persona la conciencia de  permanencia a un grupo y la continuidad de éste último, a pesar de los avatares de la historia y de las circunstancias cambiantes; ofrece una imagen ideal del grupo y conserva la memoria colectiva del mismo. Incluso en algunos casos, se asocia a un sentimiento de estar unido a un destino colectivo. Sin embargo, siempre será más fácil la comprensión de la noción de identidad cultural, que la descripción  de la identidad en cultura concreta.

La identidad está inexorablemente relacionada con uno mismo y un grupo en particular. De tal modo, que es importante reconocer que nos identificamos con algo, con ciertos valores, con cierta historia, con cierta religión, con ciertos modos de percibir y actuar en la realidad. Pero también es importante hacer notar que la identidad surge o emerge en el contacto con el otro en su diferencia. La identidad propia se percibe cuando soy consciente de la identidad del otro. La identidad está vinculada a la pluralidad. Por último, la identidad también puede estar circunscrita en la que los otros me otorgan, una identidad dada por los otros. Así pues, la identidad, tendrá una relación con algunas palancas fijas, aunque no necesariamente, como puede ser una área geográfica, un idioma concreto, unas tradiciones, una familia, un credo religioso, un relato histórico, ciertas festividades y comidas.

Lenkersdorf asegurará que lo esencial de la identidad cultura maya tojolabal se encuentra en la concepción intersubjetiva del cosmos. Entendiendo lo intersubjetivo como lo original de la identidad cultural tojolabal, lo más radical. De este modo, el tojolabal concibe el mundo como una pluralidad de sujetos de todas clases, que interactúan entre sí, en colaboración mutua. Todo tiene corazón, aunque éstos corazones tiene varios grados, y por tanto grados distintos en la participación intersubjetiva. El corazón humano, el corazón del Cielo, el corazón de la Tierra, de la lluvia, de la naturaleza, son algunos ejemplos, de este “pantecardio”.

Lenkersdorf contrapone la intersubjetividad a la identidad cultural occidental de posicionarse ante el cosmos como sujeto-objeto, en que no existe una relación de participación y colaboración mutua entre el hombre y cosmos, sino que se establece la relación de dominio del ser humano ante el cosmos.

Lenkersdorf llega insinuar palmariamente que ha logrado un cambio en su identidad cultural, ya que ha asumido lo esencial de la cultural tojolabal que consiste en la intersubjetividad. En pocas palabras, ha abandonado su concepción occidental de situarse y relacionarse en el cosmos. Se ha desaliñado  de la relación de domino (sujeto-objeto), para alinearse a la concepción tojolabal, caracterizada por una relación de mutua participación y colaboración (de sujeto-sujeto).

Ante esta experiencia que relata Lenkersdorf, nos preguntamos: ¿Es posible cambiar radicalmente su identidad cultural sin alienarse? ¿Se puede seguir siendo el mismo aún perdiendo lo más original de su ser, de su grupo de pertenencia? ¿Qué es lo que determina la identidad cultural? ¿La identidad cultural es algo fijo o más bien algo dinámico? Pareciese ser que la cuestión de la identidad es un tema complejo y denso, que se encuentra en la tensión entre unicidad y diversidad, entre tradición y modernidad, entre quietismo y dinamismo.

lunes, octubre 28, 2013

Permanecer: del misticismo imperialista y la intersubjetividad

Por Allan Hernández

Permanecer; pareciera ser un tema que se desarrolla constantemente en los textos de los pensadores perteneciente a los pueblos originarios de Mesoamérica y de quienes sobre ellos escriben. Esto es de suponerse principalmente en los textos escritos posteriormente a la llegada de los españoles a América y sus prácticas coloniales que amenazasen con destruir las respectivas culturas de los habitantes de la región. Esta amenaza si bien no se han extinguido, y más aún no me atrevería a decir que ha disminuido, la misma no ha tenido la efectividad esperada por sus propulsores y por teóricos a lo largo de los años. Sin embargo, la expectativa por el final de las culturas originarias, aparecía ya previamente; esto al menos es algo aparente según el texto “Filosofía Nahualt[1]” de Miguel León-Portilla. En éste último se menciona como la cultura azteca, influida por las creencias cosmológicas de los nahuas, temiendo el final de su época, se dedicó a la consecución de la prolongación de la misma; para el fin que se dedicaron a conquistar otros pueblos con los cuales ayudarse a conseguir dicha meta. A esta iniciativa el autor la nombra como “misticismo imperialista[2]”.

El destino final de nuestra época será también un cataclismo: la ruptura de la armonía lograda… Pero tal conclusión cósmica de carácter pesimista no sólo no hizo perder a los nahuas su entusiasmo vital, sino que fue precisamente el móvil último que los llevó a superarse en dos formas por completo distintas: los aztecas se orientaron por el camino de lo que hoy llamaríamos misticismo imperialista. Persuadidos de que para evitar el cataclismo final era necesario fortalecer el Sol, tomaron como misión proporcionarle la energía vital encerrada en el líquido precioso que mantiene vivos a los hombres. El sacrificio y la guerra florida, que es el medio principal de obtener víctimas para mantener la vida del Sol, fueron sus ocupaciones centrales, el eje de su vida personal, social, militar y nacional.[3]” Constituyéndose de esta manera en imperio el aún hoy conocido como Pueblo del Sol.

El imperialismo azteca, aún sostenido por sobre esta base de creencias teo-cosmicas (por decirlo de alguna manera), difiere radicalmente del modo de permanecer que han sostenido los pueblos mayenses de lo que actualmente es Guatemala y el sur de México. Esta última al parecer no ha pasado nunca por una imposición de poder a los otros, hecho por el cual a diferencia de la cultura azteca, la maya jamás se constituyó como imperio.

Ajb’ee Jimenez en su tesis doctoral “Los Caminos de la Resistencia…[4]” coloca tanto al Poom (la costumbre, la espiritualidad…) como al Kojb’il (comunidad, aldea, lugar de siembra del maíz…), como los elementos que han permitido resistir a los pueblos; indicando que aquel primero es la base de este último. Resalta la comunidad entonces como un punto fuerte de la resistencia del pueblo Maya-Mam. Sin embargo, según Lenkersdorf[5], no es el Poom lo principal al tratarse de la continuidad de los pueblo mayas a pesar de las prácticas coloniales occidentales (desde la invasión española hasta la contemporánea globalización). De acuerdo con este último autor, las estructuras gramaticales del idioma son las que sustentan a la comunidad (en este caso Maya-Tojolabal). La estructura ergativa del idioma tojolabal (al igual que la de la mayor parte de los pueblos mayas), rebautizada por Lenkersdorf como intersubjetiva, que no permite la inclusión de objetos gramaticales, que obliga a considerar a cada contenido del cosmos como un sujeto miembro de una comunidad que abarca la totalidad de lo existente (cuestión que ya habíamos leído previamente en otros textos mencianada como “todo tiene vida”, “todo es Winak”, “Todo tiene corazón”, “re-ligio”, etc.); es la que ha mantenido a la comunidad permanentemente a lo largo de la historia. Tendencia contraria al individualismo occidental moderno capitalista y su relación de base sujeto objeto.

Dicha relación intersubjetiva, como ya se dijo más arriba, no permitió a los pueblos mayas tomar a los otros como objetos (aunque sea para la preservación de su época). Y mucho se ha dicho de que hubiera pasado si hubiera sido lo contrario, si la resistencia hubiera sido o no más efectiva. Por el momento me pregunto: si así hubiera sido, ¿hubiera entonces algo de diferencia con la cultura occidental?, ¿habría algo que aprender de dicha cultura?, ¿habrían personas que como Lenkersdorf propondrían una tojolabalización?, ¿o únicamente podríamos pensar la voluntad de poder y la lucha de contrarios, la conquista, la colonización y la guerra, de una manera fatalista; como las únicas posibles formas de existencia de la humanidad?



[1] León-Portilla, M. La Filosofía Nahualt Estudiada en sus Fuentes. México D.F. UNAM, 2006.
[2] Ibíd. Pág. 126.
[3] Ibíd.
[4] Jimenez, O. Los Caminos de la Resistencia: Comunidad, Política e Historia Maya en Guatemala. The University of Texas at Austin. 2008.
[5] Lenkersdorf, C. Los Hombres Verdaderos. Voces y Testimonios Tojolabales. México D.F. Siglo XXI Editores. 2008.