lunes, diciembre 09, 2013

Tiempo de resistencia

Gustavo Yela

Es admirable como subsisten y persisten los pueblos originarios, como han resistido a los intentos de anulación de su cultura y sus costumbres, como han sobrevivido a una práctica inmisericorde de racismo y de discriminación permanente; ha sido una resistencia en medio de la pobreza y de la exclusión decretada y dictaminada para ellos por los entes administradores de la cosa pública.

Es un signo de esperanza para Guatemala que las culturas originarias aguarden su turno paciente y diligentemente para cuando las prácticas desgastadas de un sistema caracterizado por el egoísmo ya no puedan mantenerse más, debido a las profundas necesidades de las mayorías… entonces le corresponde asumir a esa otra visión respetuosa del cosmos, de la naturaleza, del ser humano, que está en religación con todo el entorno planetario y con esa visión de respeto profundo que nos guíe y nos conduzca a una dimensión de coexistencia pacífica, responsable, solidaria y de un desarrollo, otro tipo de desarrollo y de crecimiento humano, de hospitalidad abierta para todos, de  respeto incondicional a todo ser, entonces, quedará superada la ética utilitarista y elitista que no está  al servicio de todos, sino al servicio de determinados grupos o individuos con exclusión de otros.

Es esperanzador que Guatemala sea heredera de una cultura milenaria con una cosmovisión holística, porque si nos adentramos en nuestras raíces podremos dar respuesta a la problemática ecológica, buscar alternativas de respeto a la vida y de rehumanización de la humanidad y encaminarnos más que con la razón, con la sabiduría del legado milenario.

Cambia la perspectiva cuando ya no se ve la realidad desde la lógica del lucro, desde la explotación al máximo de los recursos humanos y naturales, con el único objetivo de obtener ganancias y dividendos; sino que se entra en la dimensión de que todo tiene vida, tiene corazón y tiene espíritu y estas características son compartidas entre todos los seres vivos del universo.

La visión antropocéntrica que nos ha transmitido Occidente nos ha llevado a someter la tierra, a prácticas extractivas contaminantes, al agotamiento de los recursos naturales y a poner en crisis nuestra propia vida en el planeta.

Se hace cada vez más urgente desaprender las prácticas egocentristas y utilitaristas para aprender nuevas formas de convivir y de ser con los demás.

Ante la inoperancia del sistema en que vivimos, marcado por la pobreza, la desigualdad y la exclusión, se hace cada vez más necesario volver la vista a nuestras raíces para desentrañar los criterios y conocimientos profundos de mujeres y hombres sabios para encausar con respeto, responsabilidad y sensibilidad humana la construcción de una sociedad consciente y con mayor identidad.

Nuestra existencia puede cobrar mayor sentido desde el plano de hermano-hermano, porque ya no  se trata de salir con éxito en la carrera materialista del hacer dinero; la perspectiva maya abre la ventana a otros valores, comenzando por la paz y el equilibrio personal; estaríamos pasando del ser para uno mismo en ser para la comunidad; la tierra ya no sería el botín que hay que explotar sino algo sagrado y además nosotros somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros.

Aprenderíamos a darle importancia no sólo a la razón sino al sentimiento, al cuidado y a la promoción de la vida en el cosmos.

Ya hace falta que las palabras concuerden con los hechos, hace falta que lo humano se vea como  sagrado, que el Corazón del Cielo se integre con el Corazón de la Tierra, que ya no sea tanto mi existencia sino la coexistencia, que el sentir se armonice con el pensar y que vivamos una nueva actitud de profundo respeto para los otros nosotros que conviven con nosotros, las plantas, los animales, las aguas, las montañas y todo lo que conforma la comunidad.

sábado, diciembre 07, 2013

Sobre los textos Huehuehtlahtolli


Ioannen Pérez

Huehuehtlahtolli es un vocablo náhuatl que significa “la antigua palabra”, en la publicación de León – Portilla y Silva (1991)[1]. Con este nombre se resumen algunos de los más importantes textos que versan sobre modo de ser, o del deber ser de los hombres y mujeres del pueblo náhuatl. Los Huehuehtlahtolli, son una serie de documentos de instrucción, donde los padres, los maestros, los sabios y otros responsables de la educación dan consejos a las nuevas generaciones de los náhuatl.

Pero, ¿Cómo llegó el pueblo náhuatl hasta estos textos? Es decir, ¿Cuál es la génesis de estos textos? Los Huehuehtlahtolli, no surgieron de la noche a la mañana, son fruto de continuas disertaciones de los tlamatini y de los miembros de las comunidades, son una construcción social y la evidencia de una estructura de pensamiento completo y definido. Los textos Huehuehtlahtolli son el reflejo, o mejor dicho el resumen de una estructura de pensamiento, de una “teología” y de una “filosofía”. Lo pongo entre comillas porque no son una teología o filosofía, que son vocablos europeos, del mismo tipo. Su versión de filosofía y teología provienen de una cosmovisión total y radicalmente diferente.

Desafortunadamente no hemos tenido acceso a esos otros textos donde se fundamentan los Huehuehtlahtolli, seguramente eran demasiado “herejes” y los europeos que invadieron américa tuvieron el cuidado y esmero en hacerlos desaparecer. Solo pudimos tener acceso a estos textos que son una muestra escogida, para evidenciar a las autoridades que había un pensamiento estructurado y que además se parecía mucho al pensamiento de occidente. Y hasta nos “echaron la mano” corrigiendo algunas menciones a dioses locales sustituyéndolo por su dios.

Por otro lado, ¿Habría otros Huehuehtlahtolli que no fueron publicados? ¿Libros específicos de como relacionarse con la naturaleza? Si los hubo, el temor a un supuesto panteísmo los había hecho desaparecer. Pero la cosmivisión de los pueblos originarios, donde se enfatiza el respeto a la naturaleza, un respeto que se equipara al respeto que se debe tener hacia los otros seres humanos, es quizá el mejor aporte que puedan dar a occidente. Desafortunadamente, en el momento de la conquista, por la debilidad militar de los pueblos originarios de América, Europa encontro apenas resistencia, de haber encontrado mayor fuerza bélica, habrían estado obligados a negociar y a estudiar mejor “al enemigo” a conocer sus costumbres y formas de pensamiento, y se habría visto obligados a aprender.  

Sin embargo, y afortunadamente, nunca es tarde para enmendar. Me parece muy positivo el que se estén recopilando las partes, los pedazos de ese pensamiento, ojala los filósofos y los estudiantes de filosofía de estas latitudes nos tomemos el tiempo para dar a occidente aportes significativos al pensamiento, ahora global. Hay mucho que aprender, para para poder hacerlo debemos hacer una aproximación abierta a los textos. Es necesaria una actitud un tanto humilde para descubrir los vínculos entre ambas cosmovisiones.

Por ejemplo, para empezar, sería interesante una posible discusión con Vattimo, y su pensamiento débil. El hecho de que en culturas antiguas haya tratados escritos tan símiles, sobre el comportamiento deseable de los individuos, nos hace cuestionarnos acerca la posibilidad de fundamentaciones trascendentales. No hablaremos de “naturalizar” la moral o la ética, que creo que sería el otro extremo, pero sí creo que podemos hablar de posibilidad de consensos.

También sería posible una discusión seria y clara con la política y el modelo económico de nuestro país, tan empeñado en implementar modelos teóricos irrealizables. Ojala la se pudieran erigir las bases ideológicas para poder sustentar un proyecto de nación que nos enfile a todos en una dirección.



[1] M. León-Portilla y L. Silva. Huehuehtlahtolli, Testimonios de la antigua palabra. México DF. SEP, FCE, 1991.

miércoles, diciembre 04, 2013

Educación Nahua

Gustavo Yela
  
Según una antigua concepción antropológica de la India, la sociedad se dividía en castas y la educación era un buen instrumento para determinar esas divisiones ya que, la clase noble empezaba a estudiar desde temprana edad, la siguiente clase social entraba a estudiar un poco más avanzada la edad y así sucesivamente hasta llegar a los de la clase más baja, los parias, a los cuales se les negaba completamente la educación; de esta manera se garantizaban una sociedad de clases dominadoras y de clases dominadas.   En Guatemala no existe ninguna prescripción legal de esta naturaleza, sin embargo en la práctica se da de igual manera una educación “de calidad”  para los que tienen las posibilidades y una educación “de baja calidad” para los pobres.

El bajo presupuesto económico destinado a la educación pública refleja la poca importancia que tiene la educación en la mentalidad de los responsables de turno de cada gobierno, da la impresión que de alguna manera se quisiera perpetuar una sociedad de ignorancia.   Es fácil diagnosticar que con un presupuesto sumamente escaso los establecimientos educativos públicos se encuentren en estado de calamidad, si es que se tiene la suerte de contar con ellos.   El ingrediente económico en la administración educativa es fundamental no sólo por las estructuras materiales sino que también para la profesionalización y capacitación permanente del personal.

La educación en nuestro contexto guatemalteco más que motor del desarrollo y agente de cambio social es mantenedora de una sociedad desigual, porque separa a los profesionales preparados de los que van a ser “mano de obra”.

Se requiere un cambio de mentalidad para reconocer el papel trascendental que puede jugar la educación para salir de la situación de carencia y de pobreza.

El Estado al descuidar la educación pública está favoreciendo una educación privatizada  y de élite,  así contribuye a que se tenga como resultado una clase dominante y una clase dominada; es cuando la educación en lugar de ser la clave para el desarrollo de un pueblo se convierte en instrumento de dominio de unos sobre otros.

En la educación nahua se consagraba a los hijos al Telpochcalli, de donde saldrían convertidos en guerreros; esto nos recuerda lo determinante de la educación; “salir convertidos en” profesionales de… las diferentes disciplinas y ¿Con qué línea programática se recibe la educación, con una línea ¿de servicio? o de  ¿a su servicio? porque esta actitud es posiblemente más importante que la misma educación.

Es realmente una gran responsabilidad la incidencia de la educación,  por eso Ellacuría insistía en una asignatura oficial y obligatoria en la universidad que era “La Realidad Nacional”; para despertar a la gente del adormecimiento y de la indiferencia, porque según bajo qué criterios construyamos la sociedad así serán los resultados que nos afectarán a todos.

Llama la atención que todos los niños y jóvenes nahuas SIN EXCEPCIÓN acudían a una o a otra forma de escuela. Es admirable que en esa época se haya practicado la educación obligatoria para todos y que no había ni un solo niño mexicano del siglo XVI, no importando su origen social, que estuviera privado de educación. Cosa contraria ha sucedido en nuestra realidad histórica y social pues los que manejan los hilos del escenario de la realidad se han percatado del papel liberador que puede generar la educación y en tal virtud bloquean y entrampan la educación para el pueblo, incluso mientras más vociferan y publicitan el apoyo a la educación, es cuando menos lo realizan, especialmente en los regímenes militares, por ejemplo la alfabetización con CONALFA fue una gran falacia en donde se ha comprobado más bien, el freno y el retraso en el desarrollo de los programas.

Paradógicamente, me parece, que al niño o al joven que se le forma en el trabajo físico o en los quehaceres de los oficios de las necesidades cotidianas, se le está preparando para que pueda tener la disciplina necesaria para el trabajo intelectual, es esto lo que nos dice Sahagún cuando nos cuenta que barrían y limpiaban la casa, que acarreaban la leña y que lo hacían desde temprano en cada jornada; esos esfuerzos y sacrificios preparaban a una personalidad fuerte, trabajadora y consciente.

Los nahuas se preocuparon por “forjar rostros ajenos” y por “humanizar el querer de la gente.” Respecto de esto llama la atención el pintoresco abanico de ofertas educativas en nuestro medio y sin embargo dentro de esa gran cantidad de establecimientos educativos son muy pocos los que cuentan con una filosofía y una praxis tan bien definidas como el sistema de los nahuas y si tienen un ideario, muchas veces se queda en el papel.   Es fundamental para los nahuas  esa perspectiva humanista de “humanizar el querer de la gente” y más interesante es que esas actitudes y prácticas creadoras tendrían resonancias sociales.

Se ve como un gran adelanto de nuestra actualidad la educación en la inteligencia emocional y sin embargo en la educación de los nahuas ya era fundamental el conocerse a sí mismo y el hacerse dueños de sí mismos.  El lograr la sabiduría y la propiedad en los rostros, así como el carácter firme, sigue siendo el equilibrio difícil de alcanzar en la educación; especialmente lo del “corazón comprensivo”; porque académicamente puede haber fenómenos pero la sensibilidad humana es un proceso más difícil de alcanzar y es tan importante para los nahuas que le llaman a “perder el propio corazón”, “la peor de las desgracias”.  Por tanto, la educación ni para los nahuas, ni para nosotros se puede dar el lujo de que el rostro y el corazón se pierdan.

lunes, diciembre 02, 2013

Siguiendo con la idoneidad de la categoría “sagrado”…

En el texto breve anterior deje planteado algunas preguntas que, a juicio personal, descubren la no idoneidad de la categoría “sagrado” en un contexto donde la realidad es indivisa y por consiguiente insubsistente la separación del mundo en dos planos: sagrado y profano.[1] La no idoneidad es evidente si reparamos en que las categorías mencionadas se presuponen de manera antinómica[2], siendo, por tanto, imposible la existencia de una dimensión “sagrada” sin una contraparte “profana”. De ahí que sea un oxímoron plantear toda la realidad y los entes que forman parte de ella como “sagrados”.

A esta lógica productora de sentido Boaventura de Sousa le llama razón metonímica. Esta plantea una serie de dicotomías que comprenden un determinado aspecto de la realidad y en las cuales uno de sus elementos es superior al otro (desarrollo/atraso; hombre/mujer; superior/inferior; ladino/indio…).
Es parte de la racionalidad eurocéntrica que invisibiliza otras formas de entender y, en consecuencia, estar en el mundo.[3]

Como resultado, aceptar acríticamente la categoría sagrado –no digo que este sea el caso expreso de los autores que hemos leído- nos impediría, por su centralidad, valorar en su justa dimensión el sistema de pensamiento maya, y otros pensares no occidentales, limitando nuestro aprendizaje de éticas/epistemes que posiblemente contengan respuestas para humanizar nuestras vidas y sociedades.

Este no es el único problema que plantea la categoría sagrado. Uno de ellos es la valoración de “primitivo”, “animista”, “ritualista”, “mágico”… en suma “irracional” que se hace de los pueblos que conciben de esta manera el mundo. Ello porque se les contrapone a las sociedades modernas, “racionales”, que en teoría son “secularizadas”, y por tanto “profanas”/ “desacralizadas”, donde lo “sagrado” está reservado a cierta clase de (pocos) objetos y lugares (como las iglesias), los cuales son parte exclusiva de la esfera privada.[4]

Esto ha sido observado por Xol (2008:51) quién en alusión a los códices mayas prefiere hablar de K’uh Hu’un con tal de “…no seguir con lo de libros sagrados, sino nos tacharían de ‘religiosos’ o en el peor de los casos, ‘espiritistas’”.

Pienso que resulta peligroso políticamente el uso de la categoría sagrado, pues inferioriza a la población maya al excluirla del ejercicio de la “razón”, la cualidad inherente de la “civilización”. De esa manera se puede seguir justificando la negación de los derechos fundamentales.[5]

Si la categoría “sagrado” no es la apropiada, ¿cuál es la propuesta? Brechas las hallamos en los mismos autores leídos en clase. En ellos encontramos el término sagrado asociado a la vivencia de una comunidad cósmica que tiene la particularidad de que todos sus integrantes están vivos y, por tanto, son merecedores de respeto y estima.

Por espacio solo cito a Xol (2008) y Lenkersdorf (2008). El primero nos ofrece otras traducciones del término loq’ diferentes a “sagrado”. Por ejemplo, indica que en K’iche’, “kuloq’aj refiere a una acción que significa: le muestra respeto, lo adora, lo aprecia, lo valora”. También, nos dice que el término Q’eqchi’ loq’onink “podría traducirse como valorar, mostrar respeto, reverenciar” (p.38).

Tales términos me parecen más apropiados porque no se quedan en un plano “moralista” ni “ritualista”, sino que refieren a una ética de vida que se hace praxis. En esa línea, Lenkersdorf (p.170) nos dice que todos los integrantes de la familia cósmica “…somos sujetos y como tales corresponsables de los demás sujetos”. En suma, el citado autor nos habla de una ética intersubjetiva, de una comprensión intersubjetiva de la vida. Podríamos decir de una ontología plana, donde todos somos sujetos iguales en dignidad, más no homogéneos, como dice Lenkersdorf (p.171-172) “no todos los corazones son iguales… las funciones son distintas y requieren de los hombres respuestas diferentes por su corresponsabilidad de respetarlos”.

Me parece muy aclarativo que Lenkersdorf plantee lo profano no como una esfera determinada sino como una actitud. En sus palabras “falta de respeto, que puede manifestarse de muchas maneras. Por ejemplo, donde no se vive comunidad, donde no se respeta a Nuestra Madre Tierra, donde se trata con desprecio a los ancianos, mujeres y hombres”.

Con eso tengo claro que más allá de la antinomia profano/sagrado, de lo que nos habla el pensamiento Maya es de una lógica de profundo respeto a todos los seres con los que co-habitamos el mundo. Un respeto fundando en la comprensión de que todos estamos interrelacionados y compartimos un mundo concreto. No un mundo trascendente en las alturas.


Bibliografía

Aj Xol Ch'ok, H. (2008). Historia Mayab'. Capítulo: Mayer Maya' Nawom B'aanuhom. "Cosmocimientos y Prácticas Mayas Antiguas". Guatemala: Asociación Maya Uk'ux B'e.
Barfield, T. (Ed.). (2007). Diccionario de Antropología (Segunda ed.). México, D.F.: Siglo XXI.
Eliade, M. (1981). Lo sagrado y lo profano (Cuarta ed.). Madrid: Guadarrama. Omega.
Jiménez, A., & Aj Xol Ch'ok, H. (2011). Winaq: Kynaab'il/Kyna'b'il Qxe'chil Fundamentos del Pensamiento Maya. Guatemala: Universidad Rafael Landívar.
Lenkersdorf, C. (2008). Los hombres verdaderos. Voces y testimonios Tojolabales. México, D.F.: Siglo XXI.




[1] Este punto es claro en Xol (2008:38). Él indica que “la ciencia u otras culturas diferentes a las indígenas no tienen esta concepción [de que todo es sagrado], solamente adhieren lo sagrado a ciertas cosas y elementos, pero para nosotros los pueblos mayas no. Por ejemplo: la noche es sagrada, las serpientes, la enfermedad, las nubes, la sangre, los arroyos, las piedras, las estrellas, todo es sagrado”.
[2] Véase la cita a Barfield (2007) del anterior texto breve.
[3] Ante ello Boaventura propone la sociología de las ausencias para mostrar que lo que no existe es producido activamente como no existente, como una alternativa no creíble, descartable para la pensamiento hegemónico.
[4] Ya en 1964 Eliade (1981) planteaba con claridad: “la desaparición de las ‘religiones’ no implica en modo alguno la desaparición de la ‘religiosidad’… lo «profano» no es sino una nueva manifestación de la misma estructura constitutiva del hombre que, antes, se manifestaba con expresiones «sagradas».
[5] Hay que preguntarse a quiénes les conviene que lo maya sea presentado de manera “sacra”. Quienes ganan con una representación romántica y anquilosada de lo maya basada en la repetición de discursos reproductores de colonialidad.

domingo, diciembre 01, 2013

Algunas preguntas sobre la idoneidad de la categoría “sagrado” para analizar el pensamiento maya

Lo “sagrado” es lugar común en las lecturas que hemos hecho sobre el pensamiento maya. También, lo es en muchos otros libros que abordan el tópico.[1] Con sus matices y diferencias, aparece como un rasgo elemental de la manera maya de interpretar y estar en el mundo. Siendo fundamento de un modo de existencia antitético al “occidental”, un modo de ser respetuoso y responsable  del entorno –que es al mismo tiempo cósmico, comunitario y familiar según Jiménez y Xol (2011:95).

Lenkersdorf (2008:171), por ejemplo, nos expresa que «[p]ara los tojolabales la realidad es indivisa y, como tal, de extensión cósmica y sagrada», «[e]n todo lo que hacemos, vivimos, pensamos y percibimos estamos en medio de lo sagrado». Por tanto: «[l]a cosmovisión tojolabal no admite la división dualista de la realidad en dos esferas: la sagrada y la profana. La razón es que estamos viviendo en una sola comunidad cósmica y, a la vez, sagrada de la cual somos corresponsables en todo lo que hagamos», de ahí que «[t]odas las personas y cosas son sagradas, todas tienen corazón y todas son sujetos».

Xol (2008:36-37) es más directo. Nos dice que en el pensamiento maya «[t]odo es sagrado, es k’uh o loq’» Donde el término k’uh (o loq’ en los idiomas mayas de la rama k’iche) “…simboliza todo lo que se podría traducir como sagrado” y refiere a “…las características o aspectos que tienen los seres del universo, a todo lo que hay en cada rincón de la tierra que habitamos y a todo lo que puede existir en el cielo”.

De manera poética, Jiménez y Xol (2011:103) señalan que el «kynaab’il qxe’chil [sistema de pensamiento maya] centraliza el cosmos y considera que memorias, espacios, caminos, árboles, el sonido de los insectos, el rocío de los bosques, las casas, el fuego, el aire, etc. son sagrados, tienen vida, transforman y se transforman en vida. Todas y todos son parte fundamental en la constitución de qwinaaqil o del nosotros colectivo».

Mata Gavidia (1950) por su parte no usa la categoría “sagrado” de manera directa, pero  habla en varias partes de su libro de que la concepción maya del cosmos es animista. En sus términos «Dioses son los elementos que fecundan la tierra, dioses son el maíz, la lluvia, los astros, y también los mismos infiernos» por lo que «[e]n el Popol-Vuh es existencialmente cierto, sólo que pluralizado, el dicho de Spinoza, Dei, sive natura» (p.75).

Vemos pues como los autores conciben al cosmos como un todo lleno de vitalidad, un todo sagrado donde, parafraseando a Lenkersdorf, todos somos sujetos-corazones. Pero cabe preguntarse, ¿realmente la categoría “sagrado” es la más idónea para comprender el mundo de sentido maya? sobre todo si se tiene en cuenta que el término “sagrado” es de procedencia europea, o sea una episteme distinta a la maya, y hace referencia a la separación del mundo en dos planos: uno profano y otro sagrado.

Para ver esto hago referencia a Barfield (2007:457) quién menciona que lo sagrado «denota una clase de objetos, hechos y seres que una cultura define como diferentes de los de la realidad ordinaria». Como adjetivo, «refiere a una cualidad de diferencia, de estar separado del mundo profano y ser más importante que él. En muchos casos implica un vínculo con un orden de existencia invisible o sobrenatural”.

Si nos ceñimos a esta definición dura de lo sagrado y para empezar con algo simple: ¿Cómo puede hablarse de lo sagrado en el pensamiento maya, si se ha dicho que este todo lo sacraliza?, es decir, ¿Qué sentido tiene hablar de sagrado en un mundo donde no hay esfera ordinaria u profana?

Asimismo, la referencia convencional a lo sagrado es a algo “sobrenatural”, que está más allá de este mundo. Hay que pensar si tal cosa aplica en el pensamiento maya, donde según hemos visto lo cotidiano, lo concreto, los seres con los que compartimos territorio son “sagrados”. Con estas pequeñas preguntas dejo esto…

Bibliografía

Aj Xol Ch'ok, H. (2008). Historia Mayab'. Capítulo: Mayer Maya' Nawom B'aanuhom. "Cosmocimientos y Prácticas Mayas Antiguas". Guatemala: Asociación Maya Uk'ux B'e.
Barfield, T. (Ed.). (2007). Diccionario de Antropología (Segunda ed.). México, D.F.: Siglo XXI.
Jiménez, A., & Aj Xol Ch'ok, H. (2011). Winaq: Kynaab'il/Kyna'b'il Qxe'chil Fundamentos del Pensamiento Maya. Guatemala: Universidad Rafael Landívar.
Lenkersdorf, C. (2008). Los hombres verdaderos. Voces y testimonios Tojolabales. México, D.F.: Siglo XXI.
Mata Gavidia, J. (1950). Existencia y Perduración en el Popol-Vuh. Guatemala: Imprenta Universitaria.





[1] Por mencionar algunos: García, Ajpub’ Pablo; Curruchiche Otzoy, German; y Taquirá Simeón (2009) Ruxe’el Mayab’ K’aslemäl. Raíz y Espíritu del Conocimiento Maya. Guatemala: Universidad Rafael Landívar; Instituto de lingüística y educación (2007) El encantamiento de la realidad. Conocimientos Mayas en prácticas sociales de la vida cotidiana. Guatemala: PROEIMCA-URL; Ajxup Pelicó, et. al. (s.f) Wayeb´. Guatemala: Consejo Maya Jun Ajpu´Ixb´alamke.

jueves, noviembre 28, 2013

Filosofía náhuatl o sabiduría náhuatl

 
Omar Carrera

La filosofía se caracteriza por ir dando respuestas a problemas fundamentales de la vida, de la existencia. Por tal motivo, lo que precede obviamente antes de las respuestas, es problematizar. El ser humano no se contenta con lo que tiene a la mano, con lo dado. Le parece que tales cosas se presentan ante él siempre ocultando una buena parte de lo que son. En el fondo, sigue siendo un problema ontológico. Lo que la late tras la cosa en sí, debe ser desocultado, desenmascarado, expuesto. El lenguaje mítico dio respuestas en muchas épocas y culturas a dichos cuestionamientos. Pero dicho lenguaje, aunque muy sugerente y rico en imágenes no satisface del todo la  voracidad del hombre por conocer y resolver sus dudas. Los filósofos se cargan con la tarea de inquirir racionalmente sobre la verdad de las cosas, sobre el origen, destino, valor del Universo. Se preguntan sobre lo que permanece y lo transitorio, lo que es vano y verdadero, e incluso sobre la posibilidad de llegar a conocer lo que hay o puede haber después de la muerte.

La filosofía etimológicamente significa amor por la sabiduría. En toda cultura ha existido personajes reconocidos por su propia comunidad como sabios. Ahora, bien, ¿pueden estos sabios ser llamados, con toda propiedad, filósofos? León PortillaUna de las primeras preguntas que ofrece León Portilla en La filosofía náhuatl planteada por los sabios, es la siguiente:

¿Qué era lo que acaso recordabas?
¿Dónde andaba tu corazón?
Por esto das tu corazón a cada cosa
Sin rumbo lo llevas: vas destruyendo tu corazón.
Sobre la tierra ¿acaso puedes ir en pos de algo?[1]

El plantear preguntas nos parece ya una postura filosófica y sabia. El plantear preguntas sobre la existencia , sobre la vida misma, sobre el valor de las cosas, nos introduce aún más en el quehacer filosófico. Intelecto, memoria, mente, corazón, voluntad, destino, camino, verdad, errar, destruir, construir son palabras y conceptos que surgen después de haber leído rápidamente este fragmento de sabiduría náhuatl. Pero además la claridad que con qué se exponen sus cuestionamientos, es ya una cortesía del sabio.

¿Qué era lo que acaso recordabas?  Hacerse esta pregunta personalmente nos implanta de lleno en lo íntimo  nuestra vida,  lo que no se ve a plena vista. Nos lleva reconocer lo que  consideramos que  tiene valor y vale la pena recordar. Saca a luz nuestros afanes, nuestros deseos, nuestro yo y nuestra circunstancia. ¿Acaso puedes ir en pos de algo?, sentencia el sabio. Pregunta retórica, que desnuda y saca a luz que hemos puesto nuestro valor, nuestro corazón en cosas vanas. Pero a esta pregunta la precede afirmaciones como: por esto das tu corazón a cada cosa y caminas sin rumbo, vas destruyendo tu corazón. En pocas palabras, va esbozando el corazón humano que muda, y en este mudarse, ir poniendo su seguridad en cosas vanas y pasajeras, ir tras una cosa y otra,  va destruyendo su ser. Este enunciado no se circunscribe a una cultura concreta, espacial y temporal. Estos pensamientos tienen presunción de universalidad, transcienden geografías y eras. Este carácter de catolicidad sostiene aún más su cariz filosófico.

¿Adonde iremos?
Sólo a nacer venimos
Que allá es nuestra casa
Dónde es lugar de los descarnados

Sufro; nunca llegó a mi alegría, dicha.
¿Aquí he venido sólo a obrar en vano?
No es ésta la región donde se hacen las cosas.
Ciertamente nada verdea aquí
Abre sus flores la desdicha.[2]

En lenguaje de este texto es más enigmático. Al hacer una lectura rápido nos hace referencia a una filosofía existencialista. La existencia vivida como un sentimiento, donde emana toda una concepción filosófica. Pareciera que se privilegia la nada antes que el ser. El cariz melancólico de este texto manifiesta el dolor de existir. La existencia que carece de solidez, de permanencia. Todo parece provisorio y pasajero. Pero también abre la puerta a una realidad distinta, a una forma de vida dónde no se vincula exclusivamente a lo material. A una realidad que está más allá de lo que nos da inmediatamente. ¿Nuestra vida puede ser sólo dolor, desdicha? Su lenguaje poético y paradójico hace más punzante sus afirmaciones: abre sus flores la desdicha. Pero a la vez puede sugerir esperanza, la desdicha puede tener un sentido. La cita comienza con una pregunta que puede dar una interpretación iluminadora a este pasaje,  ¿donde está la casa de aquellos que no se contentan de este mundo, el hogar de los inconformes de todo lo material, el lugar de los descarnados?

¿Acaso hablamos algo verdadero aquí, dador de la vida?
Sólo soñamos, sólo nos levantamos del sueño,
Solo es un sueño…
Nadie habla aquí de verdad…[3]

La vida es sueño, seguimos con un tipo de existencialismo. Pero sobre todo es el ir problematizando la vida ¿Es posible llegar a al verdad, existe la verdad? O más bien todo es ilusión, apariencia. No cabe duda que la filosofía tiene como tarea suscitar problemas más que resolverlos; en este sentido es más crítica que dogmática.  

Pitágoras, demasiado modesto para llamarse sabio, prefiere denominarse filósofo, amigo de la sabiduría. Lo mismo hizo Sócrates, y éste da el origen etimológico de la palabra. Este ensayo no ha querido ser una apología del pensamiento náhuatl como filosofía, creo que es una perdida de tiempo. Se llame o no filosofía, sabiduría, pensamiento, cosmovisión según la categorías occidentales, que más da. Sería estar girando en la vanidad, en lo aparente y dar el corazón a las cosas de este mundo. Pero lo que puedo apuntar es que en estas palabras náhuatl tienen categoría de universalidad y que perduraran por los siglos de los siglos. Amén.






[1] León Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes; México DF: UNAM, 2006. p. 57
[2] León Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes; México DF: UNAM, 2006. p. 59
[3] León Portilla, La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes; México DF: UNAM, 2006. p. 60

lunes, noviembre 25, 2013

En perspectiva maya

Gustavo Yela

Permanentemente estamos asistiendo a escenas dramáticas repletas de realidad;  se vive buscando un crecimiento económico que nada tiene que ver con la gente y  la sociedad. No existen fronteras para los capitales y el dinero, pero sí para las personas que buscan mejorar sus condiciones humanas.  Vivimos con una actitud cortoplacista,  una visión de corto alcance, con intereses particulares; y ante la complicidad del silencio y del anonimato en una sociedad como la nuestra, que agoniza, nos dice Hugo Carrillo “…presenciar un crimen en silencio es aceptarlo”.  La contundente y dramática realidad desigual habla por sí sola.

¿Por qué cargar las tintas en la competitividad si lo que necesitamos es complementariedad?

Se ha hecho mucho énfasis en el “yo” y se desconoce el “nosotros”.  Es realmente frustrante corroborar cuanta violencia, insultos, desahogos y divisiones se manifiestan en un simple encuentro futbolístico y no digamos en los conflictos de tránsito que se dan diariamente en nuestras calles; cuánta necesidad tenemos en nuestra sociedad de experimentar que somos hermanos unos de otros, porque todos provenimos del mismo barro; debajo de nuestras pieles distintas, se esconde el mismo barro, al final, el barro será lo único que quede, regresaremos a la Madre Tierra. 

Vivimos enfrentados por muchos ámbitos, pero especialmente por el sistema de dominadores-dominados, cuando realmente tendríamos que estar hablando de alianzas y de acuerdos en un sistema más humano, de reconocimiento del otro.  Y en un país en donde no se vive la justicia y no hay oportunidades para todos, hasta Dios está ausente, nosotros lo hemos desterrado, porque no se puede atender la llamada de un Dios que defiende a los últimos y vivir acumulando riqueza. 

Sin embargo, la dignidad humana persiste en su lucha de darse a respetar, se oye la voz del pueblo que clama buscando un mejor equilibrio, nos recuerda que ya no se puede seguir viviendo como si nada pasara; que ya es tiempo de andar el camino del encuentro con el otro, que es igual a mí; el otro que ha vivido replegado y marginado, careciendo de los mínimos vitales de un ámbito humano.

Cuanto pensar y sentir individualista tendríamos que desaprender de las prácticas mercantilistas para reaprender la  mística del ser y del sentir comunitario de los pueblos originarios.

La cosmovisión maya, aparte de la profunda sabiduría que proyecta para la vida, guarda una energía  y una dinámica social todavía no desarrolladas en toda su potencialidad.

¿Porqué no aprender a escuchar a los pueblos originarios y aceptar lo que nos puedan enseñar? ¿Porqué a la mayor parte de ladinos no nos pasa por la mente aprender un idioma maya? Los mayas ya aprendieron el castellano, o creemos que ¿sólo el castellano puede enseñar? Y que ¿a los mayas, sólo les toca escuchar?
No apreciamos lo maya porque no nos damos la oportunidad de conocerlo, el idioma nos ayuda a conocernos y a reconocernos como hermanos.

Dentro de la diversidad de valores mayas se encuentra por ejemplo el de la protección de todo, que es como una fuerza que mantiene la relación solidaria entre las personas de la comunidad y que se expresa cuando una persona es capaz de tomar el lugar de otra en momentos difíciles.

En cuanto al valor de “la plenitud” los mayas nos recuerdan que Guatemala necesita alcanzar un gran equilibrio en las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas.

Los mayas también nos recuerdan que la palabra verdadera es el fundamento de la libertad e instrumento clave para la interrelación y para lograr una mayor identidad.

Los mayas nos enseñan sobre el valor de la gratitud como un vínculo de unidad y de solidaridad que fortalece la humildad y la dignidad.

Esta otra perspectiva valorativa nos ayuda a cambiar en los humanos el móvil de su pensamiento  y de su acción y cuando la solidaridad está en el corazón del humano es cuando lo ordinario se transforma en extraordinario; es cuando los pequeños gestos de solidaridad pueden lograr el milagro de transformar a una sociedad para que sea más humana.  Cuanta necesidad tenemos de la sabiduría de las comunidades ancestrales y de los consejos de los ancianos para que amanezca un nuevo sol, para que se despierte la buena conciencia, porque el poder y la riqueza nos han deshumanizado, ya que no es posible que unos cuantos sean felices mientras que los demás no lo son.


Valdría la pena dejarnos acompañar de la sabiduría del pueblo maya y asistir así a una cátedra de filosofía de la solidaridad.
Sobre el rostro y el corazón

Llama la atención la utilización de la palabra rostro en el pensamiento náhuatl. León – Portilla (2006)[1] desvela que en el rostro del náhuatl se manifiesta su yo.

Rostro es, pues, para los tlamatinime la manifestación de un yo que se ha ido adquiriendo y desarrollando por la educación. (Pag. 190)  

Contrario a lo que pasa en occidente, en donde el yo es algo muy personal, casi vedado a los demás, en el pensamiento náhuatl, ese yo es el rostro, pasa de lo íntimo a lo social. Rostro es lo que nos caracteriza ante los otros, los demás ven nuestro rostro y nosotros vemos a los demás a su rostro.

Si bien es cierto, el rostro se va forjando con la experiencia propia y la orientación de los sabios, los maestros y los padres, y es un proceso personal que no está exento de errores, ni del albedrio, al final su función última es social. La persona se define a sí misma ante los demás, ante la sociedad. Por eso la educación tiene una función especial.

Por tal razón, al ser una función social, la sociedad tiene un papel protagónico en la formación del rostro. De aquí que el rol de los sabios, los tlamatinime, como se mencionó en el capítulo 1 del mismo texto, tuviera tanta importancia: "poner un espejo delante de la gente para hacerla cuerda y cuidadosa", "hacer sabios los rostros ajenos, hacerlos tomar y desarrollar una cara", "humanizar el querer de la gente". La comunidad y sobre todo los educadores tienen también parte de la responsabilidad de la formación del rostro de sus miembros.

El rostro es el talante, el carácter, la personalidad de cada individuo, en su formación pueden intervenir maestros, sabios, pero también puede haber desviaciones, hay también engañadores o sofistas, que pierden o hacen borrosos los rostros.

Cualquiera que sea la intervención de fuera, tratan de incidir para que el rostro de cada quien se defina, que tome forma. Y con el rostro también se va definiendo el corazón que es lo que le da sentido  y dinamismo al rostro.

Puede, pues, concluirse sobre la evidencia de los textos aducidos, que in ixtli, in yóllotl (cara, corazón) es un clásico difrasismo náhuatl forjado para connotar lo que es exclusivo del hombre: un yo bien definido, con rasgos peculiares (ixtli: rostro) y con un dinamismo (yóllotl: corazón) que lo hace ir en pos de las cosas, en busca de algo que lo colme, a veces sin rumbo (a-huicpa) y a veces hasta dar con "lo único verdadero, en la tierra", la poesía, flor y canto. (Pag. 191)

Como decía al principio es interesante el papel que juega la comunidad en la formación total de cada individuo, no es que la sociedad lo haga, en el sentido de crear la persona, más bien sirve de espejo, para que cada miembro de la comunidad se vaya formando.

En nuestro entorno, la educación se circunscribe a lo puramente teórico y disciplinar, dejando de lado, o no queriendo asumir la formación de carácter, de la personalidad, de los miembros de la sociedad. Ni en las escuelas o universidades, públicas o privadas, se apuesta por una formación completa del individuo.  





[1] M. León – Portilla, La filosofía náhuatl. México DF, UNAM, 2006

lunes, noviembre 18, 2013

Lo que hace falta a la filosofía y ¿la filosofía originaria de américa?

Allan Hernández

Empezaré diciendo de entrada que lo que hace falta a la filosofía es lo mismo que tarde o temprano exhibe la carencia de cualquier sistema simbólico por completo y cerrado que éste parezca. Ya se trate de discursos científicos, político-ideológicos, filosóficos, religiosos, etc., nunca alcanzan a decir todo y a decirlo del todo bien, siempre sus falencias son expuestas al enfrentarse con elementos que han dejado por fuera y que aunque un nuevo aparato de lenguaje intente posicionarse del elemento en cuestión, este volverá a revelarse insuficiente en un momento más o menos próximo.
Podemos pensar por ejemplo en toda la teoría construida por Thomas Kuhn en “La estructura de las revoluciones científicas[1]” donde los paradigmas (sistemas simbólicos) constituyentes de la “ciencia normal” se topan con anomalías que los desdicen creando el círculo de la crisis científica, revolución científica, ciencia extraordinaria, ciencia inmadura, ciencia normal y de vuelta a la anomalía. El punto es que las anomalías se presentan a los discursos, sean estos o no científicos haciéndolos tambalear.
Incluso la lógica(al menos la teoría de los silogismos), que desde Aristóteles era considerada como un círculo perfecto, sin solución de continuidad, por la intelectualidad oficial occidental, empezó a resquebrajarse sobre sus propias construcciones a finales del Siglo XIX y principios del Siglo XX. Como ejemplo podemos considerar a unos de los lógicos más representativos de la modernidad tardía, Frege y Russell. Primero Gottlob Frege había creado una clasificación de conjuntos donde los había dividido (a “todos” ellos) en normales, que son aquellos que no se incluyen a sí mismos, por ejemplo el conjunto de los espantapájaros; este contiene espantapájaros y por no ser él mismo un espantapájaros, no está incluido en sí mismo. Por otro lado tenemos los conjuntos singulares que sí se incluyen a sí mismos, por ejemplo el conjunto de las ideas abstractas; el conjunto de las ideas abstractas es en sí  una idea abstracta; por lo que es un elemento de sí. La paradoja descubierta por Russell consiste en que “existe al menos un” (para utilizar el lenguaje de los cuantificadores fregerianos) conjunto que no es ni normal ni singular, ni se incluye ni se deja de incluir a sí mismo. Este es el conjunto de los conjuntos normales, si no se incluye a sí mismo, es un conjunto normal, por lo que debe incluirse; mas al incluirse (por el hecho mismo de incluirse) pasa a ser un conjunto singular, por lo que debe dejar de incluirse, lo que lo convierte de vuelta en un conjunto normal… Desde ahí hasta la mostración de las limitaciones de las teorías axiomáticas por Gödel, a principios del siglo pasado y no decir toda la teoría posmoderna muy cimentada en la teoría lingüística, la filosofía se ha ocupado de agujerear sus bases supuestamente sólidas, a la vez que la fe occidental en los sistemas simbólicos.
No obstante, más allá de la lógica (que tampoco lo fue, mas lo aparentó), el resto de la filosofía nunca ha logrado ser el sistema cerrado que ha pretendido; aunque muchos teóricos hayan orientado sus esfuerzos en esa dirección. La historia de la filosofía muestra, a mi parecer, más que cualquier otra,  la incapacidad de lo simbólico para significantizarlo todo; la cuasi-omnipresencia de la anomalía. No sólo las grandes épocas de la historia de occidente muestran importantes contradicciones entre ellas, sino que cada filósofo vuelve a redefinir la filosofía con sus objetos de estudio, sus métodos de investigación, etc.
Si bien la filosofía occidental surgió, al menos como la conocemos hoy en día a través de sus interlocutores, como una demostración de la carencia en el saber; mismo que buscaba mas no encontraba; más allá del mitológico Sócrates, lo grandes teóricos y las grandes épocas se han situado del lado de un saber que pretende enseñarnos “todo” sobre la vida, desde el buen gobierno hasta el amor más perfecto, pasando por los modos de obtener mayor felicidad y las formas correctas de hacer ciencia, por mencionar algunos.
La filosofía, a pesar de ser ésta uno de sus temas recurrentes, pareciera no soportar la nada, la carencia, la imperfección de lo simbólico; y su búsqueda y acercamiento con la sabiduría la ha llevado, al igual que a cualquier otro sistema simbólico aunque quizás de una manera más acelerada, a un replanteamiento y reinvención constantes, que más bien reflejan preguntas y respuestas siempre inacabadas correspondientes a contextos que podríamos llamar históricos, culturales, epocales, etc… en fin, simbólicos.
Entonces, cuando los nombrados filósofos se plantean la cuestión de si el pensamiento de otras culturas es filosófico; por ejemplo, si los “tlamatinis[2]” (sabios) nahuas merecen o no el apelativo de filósofos por el hecho de brindar recetas de vida, es decir de generarse más respuestas que preguntas, como por ejemplo lo podemos ver en los “Huehuehtlahtolli[3]”; deben darse cuenta que tampoco occidente se ha mantenido en el no-saber socrático de una mayéutica que pareciera infinita. No pretendo dar una respuesta a si el pensamiento originario de éste lado del mundo es o no filosofía, empero tampoco sabría decir si gran parte de lo que oficialmente hemos concebido como tal debe ostentar dicha nominación. Tampoco ese pensamiento occidental mismo ha logrado definir qué de él es o no filosófico…. Mas lo que si hacemos los humanos es pensar; el significante filosofía, al igual que el de ciencia parecieran, a veces, no ser más que portadores de prestigio.



[1] Kuhn, Thomas S. (1971) [1962]. La estructura de las revoluciones científicas. México D.F.: Fondo de Cultura Económica.
[2] Leon-Portilla, M. La Filosofía Nahualt, Estudiada en sus Fuentes. México D.F. UNAM. 2006.
[3] Leon-Portilla, M & L. Silva (Traductores). Huehuehtlahtolli. Testimonios de la Antigua Palabra. México D.F. SEP, FCE. 1991.